lunes, 8 de octubre de 2012

DILMA-CAMBIOS DEL TIMON DE LA ECONOMIA BRASILEÑA

Las millonarias inversiones en infraestructura decididas por el gobierno de Dilma Rousseff para ser traspasadas a la gestión privada son la principal apuesta de Brasil para salir del estancamiento y retomar la senda del crecimiento. “¡Cayó la ficha!”, exclamó el economista Antonio Delfim Netto, ex ministro de Hacienda de la dictadura brasileña. “Cuando la incertidumbre sobre el futuro es absoluta, cuando el pasado no contiene la información sobre el futuro, sólo una acción decidida y fuerte del Estado, como la que estamos viendo, puede poner en marcha al sector privado y a la economía. Esa acción, correcta y creíble, es capaz de anticipar la esperanza” (Valor, 21-VIII-12). De ese modo saludó el economista conservador el Programa de Inversiones en Logística anunciado por Dilma Rousseff el miércoles 15 ante decenas de empresarios que esperaban una señal del gobierno para colocar sus dineros en obras con retornos económicos asegurados por el Estado. El programa supone concesiones a las empresas privadas luego de invertir 40.000 millones de dólares en los próximos cinco años para construir 5.700 quilómetros de autopistas y 10 mil de vías férreas. Sólo en esos rubros el programa prevé invertir 65.000 millones de dólares en 30 años. En los próximos 12 meses el gobierno se propuso concesionar a la esfera privada 12 ferrovías y nueve autopistas, y en un futuro cercano se dispone a extender la misma modalidad a puertos y aeropuertos. Las concesiones bajo el modelo de asociación público-privada implican que las empresas construyan y operen las nuevas obras. La gran novedad fue la creación de la Empresa de Planificación en Logística (epl), que se encargará de la integración de los proyectos de infraestructura y de supervisar las obras. Dilma aseguró que se trata de disminuir los costos de transporte y energía para asegurar que Brasil crezca a una tasa elevada durante un largo período. “Eso es fundamental para garantizar el empleo”, concluyó la presidenta (Folha de São Paulo, 16-VIII-12). LA CRISIS COMO TRASFONDO. Mientras el programa fue recibido con euforia por un amplio sector de empresarios, y también por las dos mayores centrales sindicales, los intelectuales opositores y algunos núcleos sindicales consideraron las concesiones como un retorno a las privatizaciones. El Partido Socialdemócrata (psdb) de Fernando Enrique Cardoso, el gran privatizador de la década de 1990, se permitió ironizar al “lamentar el retraso” del gobierno en seguir su ejemplo (Folha de São Paulo, 16-VIII-12). Dilma modificó su proyecto político a comienzos de este año al comprobar que Brasil está siendo duramente afectado por la crisis mundial, que se traduce en estancamiento productivo. En 2011 el pbi creció un modesto 2,7 por ciento. El gobierno confiaba en una pronta recuperación ya que los ingresos de la población seguían creciendo y las tasas de interés bajaban. Nada de eso sucedió. En el primer semestre de 2012 el crecimiento fue nulo y 2012 cerrará con un crecimiento del pbi inferior al 2 por ciento. Una potencia emergente como Brasil necesita un piso de 5 por ciento anual, como apuntó la presidenta. En tres viajes realizados entre marzo y abril, Dilma pudo palpar el hondo pesimismo que recorre el mundo. En marzo, durante su visita a Alemania, conversó con Angela Merkel, quien le confirmó que la política de austeridad de la Unión Europea se extenderá por lo menos hasta fines de 2013 y que el euro no volverá a su situación “normal” antes de tres años (Valor, 17-VIII-12). A fines de ese mes, en la cumbre de los brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) realizada en Nueva Delhi, conversó con el presidente chino, Hu Jintao, quien le advirtió sobre la desaceleración de la economía de su país, que comenzaba a la vez un cambio en el modelo de crecimiento centrado en las exportaciones hacia otro volcado al mercado interno. Jintao le anunció a Rousseff que China comprará menos mineral de hierro y más soja y proteínas animales. En abril la presidenta se entrevistó en Washington con Barack Obama, quien le aseguró que la recuperación económica de Estados Unidos es mucho más frágil de lo previsto y que ese aspecto le está creando grandes dificultades para su reelección. El malhumor global llevó al gobierno a estimular la economía con medidas para reducir la tasa de interés, estimular el consumo y proteger la industria local ante la avalancha de productos chinos. El Banco Central dejó desvalorizar el real, que pasó de un promedio de 1,70 por dólar a los dos reales actuales. Todas esas medidas estaban destinadas a hacer más competitivo al sector industrial. Por otro lado se constató que, luego de seis años de aprobado, el Programa de Aceleración del Crecimiento (pac) no marcha al ritmo deseado, que hay un retraso de 150.000 millones de dólares en inversiones en infraestructura y que Brasil destina el 19 por ciento del pbi a inversiones cuando debería alcanzar el 25 por ciento, según Jorge Gerdau, uno de los más importantes empresarios de Brasil y coordinador de la Cámara de Políticas de Gestión del Gobierno Federal (Brasil Económico, 15-VIII-12). Convencida por el núcleo de empresarios y banqueros que la asesoran de que es imprescindible reducir los costos de producción y de que “sin el empresariado no hay dinero para infraestructura”, como dijo Gerdau, Dilma cedió las inversiones de largo plazo al sector privado para que los dueños del dinero vuelvan a la economía real. Eso sí, 80 por ciento de los desembolsos los hará el estatal Bndes

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